¿Por qué lloran los de La Luz del Mundo?

Por: Martín Lutero

“Hijo mío, cuando veas al Siervo del Señor, tienes que llorar. Pídele a Dios que te haga sentir la bendición, porque si no sientes nada, es señal de que Dios no ha hecho la obra en tu corazón. Prepárate, llórale a Dios, el Siervo de Dios conoce los corazones, él lo sabe todo”.

Eran las palabras de mi padre, convertido al luzmundanismo en su juventud temprana. Y yo lloraba.

La primera vez que me tocó pasar a la ‘Casa Grande’ a saludar al ‘Siervo de Dios’ (como lo entendía yo en su tiempo), la expectativa era gigante; no sólo tenía que sentir todo aquello que mi padre, con mucha sinceridad me explicaba deseando con todas sus fuerzas que yo sintiera lo mismo. Yo iba en la fila y me iba preparando para llorar. Si eso no sucediera, entonces yo no estaba en la Gracia de Dios e irremediablemente mi salvación estaba en juego.

Mientras avanzaba la interminable fila, recién bautizado, yo iba tratando de sentir eso que me decían que TENÍA que sentir. Y me esforzaba por llorar como los otros lloraban mientras esperaban a pasar. Me concentraba solamente en ello y, cuando por fin me tocó pasar a besar la mano del apóstol (porque él no besa la de los fieles) pareció que ya lo había logrado. No lloraba abundantemente, pero sí lo suficiente para no sentirme menos que los demás, o fuera de la gracia de Dios. Yo TENÍA que sentir algo calientito dentro, como un fuego, una sensación de felicidad indescriptible y difícil de explicar.

Al salir del saludo, multitud de hermanos flanqueaban el pasillo de camino al templo mientras glorificaban, musitaban o sollozaban, mientras nos veían pasar a los pocos que habíamos tenido la “bendición” de besar la mano del apóstol. Yo me sentía comprometido a seguir llorando, pero ya se me habían acabado las lágrimas. No tuve más remedio que medio cubrirme el rostro con las manos y rogar porque esa milla de trayecto de la Casa Grande (residencia oficial del apóstol) al templo se hiciera más corta.

¿Por qué lás lágrimas?

Sara Pozos, una de las más conocidas articulistas al servicio de la jerarquía luzmundana y de su Ministerio de Relaciones Públicas, además de fiel colaboradora del eficaz aparato de mercadotecnia de La Luz del Mundo (LLDM), nuevamente escribe en el diario Milenio Jalisco acerca de una de las características más controvertidas de la Luz del Mundo, el porqué de las lágrimas en el éxtasis que logra generar el “apóstol” Naasón Joaquín cuando se presenta en público,  entre otros temas.

Cuando los administradores de esta página me solicitaron escribir un análisis sobre la poco objetiva disertación del tema hecho por la licenciada Pozos, lo primero que me vino a la mente fue compartir mi experiencia en el tema principal de su artículo.

Sobre los temas del artículo de Sarita, vamos a hacer algunos apuntes necesarios.

Que te haga sentir el mormonismo

Recuerdo cómo hacen los misioneros mormones, quienes después de enseñarte por un buen número de sesiones que la Iglesia de Cristo fue “restaurada por un profeta en tiempos modernos” y que” el Libro de Mormón es igual a la Biblia en autoridad”, te piden que hagas una oración y le pidas al Padre Celestial que te haga sentir si estas cosas son verdaderas.

Por increíble que parezca, en esa oración puede llegar a sentirse algo extraño, pacífico, y de una gran tranquilidad. En suma, esa es la razón y justificación más importante, del porqué hay cada día más personas que se unen al movimiento religioso de más de once millones de mormones en el mundo. Todo ello a pesar de que de manera clara la arqueología, la paleontología y la antropología, entre otras disciplinas, han demostrado la falsedad histórica de las historias del Libro de Mormón. Sin embargo, ese sentimiento experimentado en aquella oración hecha con los élderes mormones, tiene el inmenso poder de anular todas las evidencias científicas en la mente de los seguidores de Smith, y no sólo eso, anular aun las verdades bíblicas cristianas en la mente y corazón de muchos cristianos en el mundo.

¿Por qué lloran cuando ven a Naasón?

La respuesta es muy sencilla. Porque están enseñados a ello. Esta es una de las razones y ciertamente hay más.

En el pentecostalismo, (rama del cristianismo a la que pertenece el luzmundanismo), llorar es casi obligatorio. Es parte de lo que entienden por sentir a Dios, de mostrar humildad y sobre todo, gratitud. Llorar es muestra de que hay felicidad tanto como arrepentimiento. En el pentecostalismo, las oraciones (por lo regular de rodillas) si no hay llanto no hay bendición. Si no hay lágrimas, “Dios no está recibiendo las plegarias”, sumado a un volumen alto de las palabras del que ora. Por ello, los niños son enseñados a orar llorando y en voz alta.

En este contexto de su origen pentecostal, es cosa harto común observar que los encargados de la niñez en LLDM, (igual que sus hermanas pentecostales), decirles a los niños cuando comienzan a orar: “¡No se oye su oración!, ¡No se siente!, ¡Hay que llorarle a Dios para que oiga su oración”.

Recuerdo especialmente las reuniones de niños de los años 80 en el sótano del templo de la Hermosa Provincia. Cuando llegaba el momento de hacer oración, los encargados al servicio del infame David Rodriguez (famoso por los elogios de Samuel Joaquín luego de corregir a su hijo Uzziel a cinturonazos) hacían sonar sus cinturones al aire gritando “¡Más ferviente!”, “No se escucha!”. Milagrosamente después de eso los decibeles de las borucas de las oraciones infantiles se elevaban de tanto “FERVOR”.

¿Entonces no se debe llorar al orar?

No me malentiendan, por supuesto que es posible llorar cuando se ora sinceramente a Dios, pero en LLDM además es INDISPENSABLE  llorar todavía más cuando se ve al “apóstol del Señor”. Mucho más.

Llorar en LLDM es la muestra palpable de que Dios está entre ellos, el calor espiritual del día del pentecostés, las lenguas repartidas como de fuego, y el delirio espiritual que a otros podría parecerles una borrachera. Todo ello justificado -dicen-, en los primeros capítulos de los Hechos de los Apóstoles.

El luzmundano promedio está acostumbrado a llorar, a lograr sentir, a conmoverse a la gratitud, a la bondad, ante la introspección. La sensibilidad espiritual y emocional es parte vital, natural y lógica de la enseñanza joaquinista heredada del pentecostalismo, el cual Eusebio Joaquín aprendiera en la IECE de donde salió. Misma que a su vez es la interpretación bíblica propia de varias religiones de estas ramas. Y por supuesto, en LLDM con el toque familiar que ha adquirido a través de su casi siglo de existencia.

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
Jeremías 17:9

La Luz del Mundo es más emocional que racional.

De ahí que un culto con la suficiente emoción puede obnubilar en la mente de los creyentes más lúcidos pasando por alto cualquier error bíblico herético aplicado a sus vidas como creyentes. Si las lágrimas brotan por el hecho de saberse “los pocos elegidos a creer en un apóstol” y por ser “el pueblo elegido de Dios” entre los millones de habitantes del planeta, esas lágrimas sin duda tienen el poder de anular las verdades bíblicas fundamentales. Sí, exactamente como en el mormonismo.

Al final, lo que se siente, está por encima de la Biblia misma.

¿Por qué visten de largo?

Las faldas largas en el pentecostalismo siempre han sido una muestra de la interpretación de lo que se considera honesto, sobre todo en la mujer. Eusebio Joaquín (fundador de LLDM) lo aprendió en la Iglesia Cristiana Espiritual de donde salió para ir a servir a los profetas Saulo y Silas.

Basta con acudir a cualquier iglesia pentecostal, como el MIEPI, Asambleas de Dios o la Iglesia Apóstólica de la Fe en Cristo Jesús (media hermana de LDM), para notar la increíble semejanza entre lo que entienden por honestidad. También comparten las enseñanzas a no usar joyas, aretes, cosméticos, a no depilarse la ceja, a no usar vestidos entallados ni pantalones, y a no teñirse el pelo entre otras prácticas.

Aunque, hay que subrayar que actualmente, (sobre todo en la administración de Samuel Joaquín), las mujeres de LLDM comenzaron a dejar estas disciplinas que en un tiempo consideraron bíblicas, quedando únicamente la del uso de la falda larga, pero ya no sólo debajo de la rodilla, sino al tobillo, tal cual quedara instituido por Eusebio Joaquín como una característica de identidad única para sus seguidoras. Por eso usan la falda larga.

Pero sí se maquillan, se cortan el pelo, se lo tiñen, usan abundantes cosméticos, joyas, ropa entallada y hasta pantalones, según sea la necesidad, y todo, por una “comprensión espiritual madura” llegada con el tiempo, y las nuevas eras. De esta forma se han alejando velozmente de lo que en un tiempo consideraron honesto y de aquello que los hermanaba con el pentecostalismo.

Así, la falda luzmundana es únicamente un rasgo de identidad. No de su interpretación primitiva de honestidad.

¿Por qué no toman ni fuman?

Sarita hace esa pregunra retórica y la respuesta es que, en LLDM sus miembros no fuman en su mayoría, pero un gran porcentaje sí consume bebidas alcohólicas de manera discreta.

En un gran porcentaje, los hermanos de La Luz del Mundo no fuman, porque esa práctica es nociva para el cuerpo que es el templo del Espíritu de Dios (1 Corintios 3:16). LLDM está en contra de los vicios y la drogadicción, y considera que tomar, inclusive una copa de vino, es pecado craso. Aunque, siendo honestos, hay un gran porcentaje de miembros, sobre todo varones, que sí consumen bebidas alcohólicas. Esto para nadie dentro de la comunidad es un secreto, aunque eso sí, tienen la consigna de mostrar hacia el exterior a los ajenos a su fe, una imagen de pureza y de ser diferentes. Exactamente lo que hacen cuando sin tapujos afirman su frase publicitaria de que “la iglesia ha erradicado el analfabetismo, la drogadicción, el pandillerismo o el suicido al 100 %”.

La doctrina sobre las bebidas alcohólicas, practicada más por las generaciones anteriores, al igual que las que puntualizaban sobre los cosméticos en las mujeres, están siendo olvidadas, o interpretadas de forma diferente por las generaciones de la nueva era, en la que todo es permitido mientras se conserve la fidelidad y fe intacta al apóstol reinante.

¿Por qué los naasonitas son tan diferentes a la sociedad?

Los hermanos de la Luz del Mundo de hecho, no son tan diferentes a la sociedad en la que viven, salvo ciertos casos.

De hecho, una de las características de religiones como esta, es precisamente, la doble moral de los fieles. Una iglesia comprometida con la política, con la construcción de moles eclesiásticas, con la competencia por ganar adeptos contra religiones mayoritarias, Una iglesia que está siempre en busca de un lugar en la opinión pública y, saturada de escándalos de todo tipo como lo es LLDM, no puede ser una fábrica de cristianos, sino de personas que presumen de un cristianismo poco practicado.

Acaso sea precisamente por estas mismas prácticas que los Testigos de Jehová son tan conocidos como férreos predicadores, pero poco hacedores, al igual que el mormonismo y el adventismo. En este mismo tenor, claramente, el luzmundanismo no se queda atrás.

Los fieles de LLDM -en un alto porcentaje- son diferentes a la sociedad, al igual muchos de los Testigos, Mormones y Adventistas en que predican pero no practican. Eso es lo único en lo que se diferencian.

La realidad es que sin esta cualidad, los hermanos de LLDM, pasarían inadvertidos en las sociedades donde se desenvuelven. Casi todas las religiones cristianas están alejadas del consumo de tabaco y el alcohol. En una empresa o fábrica, es común encontrar cristianos que no practican estas acciones, independientemente de que no usan lenguaje soez. Por cierto, lenguaje muy común en los muchos hermanos de la Luz del Mundo.

Una falda larga, una peregrinación, la asistencia a un culto matutino diario o vespertino no hace a nadie tan diferente de la sociedad en la que se vive. Sin embargo, una vida apegada al cristianismo bíblico sí.

Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Mateo 15:8-9

¿Por qué lloran entonces los de LLDM?

Sara Pozos lo explica muy bien en su inconexo artículo. Cada luzmundano, después de haber razonado sus argumentos, entiende que es parte de un “plan divino” y que, ese “portento”, esa “maravilla”, “¡Esa oportunidad única entre millones!”, Se la debe única y categóricamente a un hombre que le garantiza su salvación eterna. Y ese hombre está ahí, a la mano. No escrito en un libro de “letra muerta” sino, ¡completamente vivo!

Pero sus argumentos -como explica Sara-, no son realmente sus argumentos. Son las razones, justificaciones, fundamentos que le han hecho sentir, entender, comprender y aceptar durante los tres cultos diarios (de mínimo una hora) durante todas las semanas de cada año que acude a las reuniones.

Cuando cada hombre o mujer, joven anciano o niño, puede aceptar en su mente y corazón esta “verdad”, cuando se sabe elegido entre millones de seres por el que creen es el Dios bíblico, para creer y ver la elección y ungimiento en un hombre que llega a ser de la talla de Salomón, David o el mismo Jesucristo, y cuando dentro de su ser se refuerza la esperanza de salvación eterna que le da identidad y pertenencia, en un mundo y una sociedad desintegrados como en los que vivimos, el hombre, la mujer, el fiel, entonces llora.

¿Inexplicable?

Sí, llora de esperanza, llora de gratitud, llora de felicidad. Bien lo dice Sara en su escrito, es una inexplicable felicidad.

Pero es inexplicable, porque esa felicidad teóricamente hablando se fundamenta en las verdades bíblicas. Pero la dura realidad es que se fundamenta en algo completamente diferente.

Es inexplicable, porque la Biblia condena la idolatría, y las lágrimas que brotan al ver al apóstol caminando por su pasarela, son de idolatría.

Es inexplicable, porque cada miembro de LLDM sabe que el cristianismo verdadero acepta como única puerta, camino, redentor, salvador e intercesor a Jesucristo, y sin embargo, llora cuando entiende que su líder es todo eso y mucho más.

Inexplicable, porque muchas de las prácticas naasonitas AGREDEN de manera clara nuchas de las verdades bíblicas más escenciales, las cuales cada fiel de LLDM niega, por la única razón de sentir algo “hermoso” en el corazón, lo cual está por encima de cualquier exégesis bíblica posible.

Y es inexplicable, porque a pesar de saber, de entender, de comprender las verdades bíblicas, cada miembro de la iglesia llora sintiéndose “privilegiado” al mismo tiempo que practica y ejecuta un cristianismo totalmente alejado del verdadero predicado por Jesucristo hace ya dos mil años.

Estoy completamente de acuerdo con la licenciada Pozos, muchas personas se lo han preguntado, algunas, se han acercado para solicitar respuesta y aclarar sus dudas. Otros, por diferentes motivos continúan con ellas. Pero en este breve texto, quise compartir las respuestas que viví desde dentro, y que hoy analizo desde afuera.

Lloré, sentí, disfruté cierta espiritualidad en La Luz del Mundo. Parte de ella tan cierta como que Dios existe, pero la otra parte fue producto claro de un sentimentalismo pentecostaloide heredado y manipulado para las conveniencias de la idolatría apostólica y los intereses generacionales del dios de este siglo.

Hoy, lloro nuevamente, libre de la manipulación de mi propio sentimentalismo. Lloro de gratitud, porque al fin, después de casi una vida sirviendo a lo que por naturaleza no es Dios, ubico en mi corazón a Jesús como mi único Salvador, mi Redentor, mi Intercesor y, mi Cristo.

Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley.
Gálatas 5:22-23