El Jubileo según LLDM y Sara Pozos

Por: Juan Carlos Ramírez

La Luz del Mundo y su búsqueda de razones para adorar a lo que no es dios.

Juan 3:21
Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Hace unos días tuve la oportunidad de leer a la Doctora Pozos en su columna semanal de Milenio. Como ustedes saben, la hermana Sara es una fiel militante de la Iglesia La Luz del Mundo y una de las principales voceras con que cuenta esta iglesia para expresarse ante los  medios de comunicación. A ella, de alguna forma, dirijo los siguientes párrafos.

Llama mi atención, precisamente, su análisis histórico-bíblico sobre el Jubileo. No es un secreto que en estos precisos días la asociación religiosa celebra al oriente de nuestra ciudad, Guadalajara, los cincuenta años de trabajo ininterrumpido del señor Samuel Joaquín Flores al frente de la Iglesia La Luz del Mundo (LLDM).

Llama mi atención, porque a diferencia de algunos de sus artículos breves que ya he tenido la oportunidad de leer, en esta ocasión presenta a los lectores la disertación de un evento bíblico judeo-cristiano en tres entregas relacionándolo directamente con la celebración que LLDM realiza este mes de Junio en la Hermosa Provincia, pero, sin un claro ni evidente fundamento bíblico.

Para leer los artículos a los que hago referencia, se puede hacer click en los siguientes enlaces.
Parte 1, parte 2 y parte 3.

La esencia del mensaje de Sara, al igual que el de otros pastores luzmundanos que se pueden encontrar en la red, es éste: la Luz del Mundo se prepara para celebrar el inédito Jubileo cristiano.

Sin embargo, el Jubileo sajofita (como quieren ser conocidos a partir de este año), no guarda absolutamente ninguna similitud con la ley hebrea especificada en la Ley de Moisés.

Y me pregunté – ¿Cómo es posible que la Doctora Pozos, con una carrera profesional y un doctorado, intente fundamentar con la Biblia una idea que no puede ser fundamentada? ¿Creerá acaso la señora Pozos que los que leemos Milenio no conocemos la Biblia o la historia misma? Veamos…

¿Qué era el Jubileo hebreo?

Fiesta solemne o ley social

Para empezar, debemos aclarar señora Sara, que el jubileo israelita no era una fiesta solemne, sino una ley de justicia social que dio Moisés a Israel. Este jubileo se aplicaba durante todo un año y no era una celebración de un día en particular.

Dicho Jubileo consistía en la concesión cada siete años de un año de respiro a la tierra y a los siervos que la trabajaban (Exodo 21:1-11 y 23:10-11). El Año de Jubileo se propuso en sí como una ley de Dios dada al pueblo de Israel para restaurar cada cierto tiempo el orden de tipo SOCIAL querido por Dios. Evitaba que hubiera ricos y pobres, es decir, la injusticia social.

¿Cuáles eran sus caraterísticas principales?:

• Los terrenos debían dejarse descansar todos los años séptimos, no debían sembrarse.
• Los esclavos, los que habían vendido su fuerza de trabajo a los amos, debían quedar libres de su servidumbre.
• Sin acumulación de tierras (Levítico 25, 23-31)
• Sin siervos ni amos (Levítico 25, 35-55)
• Sin deudas eternas (Deuteronomio 15:1-3, 7-18)
• Sin que a nadie le faltara lo que a otro le sobrara.

Sin embargo, debemos anotar que el Año del Jubileo se cumplió muy raras veces. Veamos:

Las Escrituras Hebreas no aportan muchos datos sobre esta Ley, sin embargo, encontramos que durante la resistencia de los macabeos, el Jubileo sí fue cumplido por los israelitas fieles (1 Macabeos 6:49-53). Pero 400 años antes, el profeta Jeremías ya se quejaba de las trampas que hacían los ricos para no cumplir esa ley de amnistía general (Jeremías 34:8-22).

Por otro lado, hay que subrayar otro aspecto importante:

Dos reyes en Judá gobernaron más de cincuenta años, Manasés (2 de Crónicas 33:1) y Azarías hijo de Masías (2 de Reyes 15:2) . Ninguno de ellos fue celebrado, ni homenajeado, alabado, honrado ni adorado por su trabajo, ni fue declarado jubileo alguno por esa razón. El Jubileo, obviamente, era otra cosa.

¿Qué dice la Doctora Pozos en su análisis?

Sin embargo, la Biblia no habla de ninguna condición como la que Sara refiere, lo único que especificaba esta ley era que se cumplieran siete periodos de siete años. Es claro que las celebraciones y estatutos de la Ley  en Israel requerían de una autoridad secular o religiosa para llevarla a cabo, pero ésta estaba implícita en la celebración o cumplimiento de cualquier mandamiento de la Ley misma.

Sin embargo, el Jubileo no involucraba la participación de un sacerdote o del ofrecimiento de sacrificios porque no era una fiesta religiosa, sino una ley de tipo SOCIAL que debía cumplirse.

Más adelante, en su análisis personal, la Doctora Sara busca afanosamente justificar la celebración del cincuentenario laboral del apóstol Samuel en las Escrituras sin lograrlo. Inútilmente insiste en tratar de ubicar el Jubileo dentro del marco de la vida cristiana del primer siglo,  diciendo:

Aquí, la hermana Sara encuentra una razón de porqué el jubileo no se celebró en tiempos de Jesucristo, según ella, los años de trabajo ministerial del Hijo de Dios no duraron siquiera un lustro y según su particular comprensión, faltó uno de los ingredientes indispensables, el tiempo.

En su disertación, continúa en su intento de seguir creando una atmósfera histórica bíblica que sirva de marco y sustente lo que los sajofitas hacen actualmente y expone:

Se nota claramente, la dificultad que tiene la Doctora para ajustar la celebración hebrea con las costumbres de vida de los primeros cristianos ya que no logra concluir la idea expuesta en el párrafo y entonces, debe recurrir a su criterio y a otras “fuentes históricas”, que por cierto, no cita:

Inmediatamente después, la hermana se pregunta porqué es que no hay evidencia de que en el primer siglo el cristianismo se celebrara dicha fiesta solemne y ella misma se responde:

Notemos la reflexión personal que hace la Doctora sajofita del porqué no hay mención de ningún Jubileo celebrado por la primitiva Iglesia Cristiana vertida en tres razones que resumidas, son las siguientes: los primeros cristianos no tenían la vocación de atención, ni la visión, ni la disposición del corazón para que, mediante la digna atención a los apóstoles, agradecer a Dios por la valiosa oportunidad de  celebrar cincuenta años de trabajo de uno de ellos y, porque no era el tiempo definido por Dios. Además, aclara que había muchos apóstoles y el trabajo de tantos, de alguna manera obstaculizó la celebración. De haber existido las “condiciones” necesarias habría habido un jubileo registrado en los Hechos de los Apóstoles, según claro, la “reflexión y cálculos personales” de la Doctora Pozos.

Sin embargo ¿sí notamos a dónde va dirigido este análisis aparentemente bíblico y singularmente histórico?

Para la columnista sabatina de Milenio, el Jubileo cristiano restaurado debe celebrarse como una fiesta solemne que cumpla los requisitos que comenta y que en suma, después de su exposición sobre el tema, ya no sólo son dos, sino más:

• Que se cumplan cincuenta años DE TRABAJO de UN apóstol.
• Que exista la persona “facultada por Dios”
• Que exista la vocación de atención, la visión y la disposición del corazón de los fieles para llevar a cabo la celebridad.
• Y que sea el “tiempo” definido por Dios.

Para el luzmundanismo, en palabras de una de sus voceras, hoy sí se dan las condiciones propias para tal celebración: existen el periodo de diez lustros (de trabajo de Samuel) y obvio, el mismo Samuel es la persona “facultada” por Dios para llevar a cabo la celebración. Pero, a la par, hoy los fieles tienen la la vocación para atender al apóstol, cuidarlo, mimarlo, homenajearlo; la visión para generar la creatividad necesaria para honrarle como corresponde dada su jerarquía espiritual y material. Además la disposición del corazón necesaria para tales fines en el “tiempo” adecuado. Cosas que, desafortunadamente los primeros apóstoles -según Sara-  no hallaron en los fieles de su tiempo.

Veamos de qué disposición, visión y vocación nos habla la Doctora:

Ella misma lo comenta en otra de sus columnas:

Eso es exactamente la “fiesta solemne” de los sajofitas para este mes. No más. Celebrar cincuenta años de trabajo de Samuel Joaquín con todo aquello con lo que se pueda celebrar. Con todo.

Es cierto. La Hermosa Provincia parece agosto en junio.

Si en la “Santa Cena”, celebración en teoría dedicada a Jesucristo los temas doctrinales expuestos son en un 90% sobre Samuel, su autoridad, elección y belleza, hoy la totalidad de los cultos y eventos artísticos comprenden el exaltar, alabar, ensalzar y homenajear la “multitud de logros” cualidades y la  divinidad que se le adjudican al sumo pontífice tapatío.

Esta es la celebración “solemne” que los sajofitas quieren hacer pasar como el cumplimiento de una LEY judía en el cristianismo moderno. Nada más alejado de la verdad.

La realidad es clara: justificar la adoración al líder del sajofismo, Samuel Joaquín.

El verdadero Jubileo

Ahora bien, después de haber leído a una de las principales voces en los medios del luzmundanismo, nos preguntamos ¿esas son las características reales y verdaderas de un Jubileo cristiano?

En ninguna manera.

La Sagradas Escrituras no dan fe de ninguna celebración, fiesta o ceremonia llamada Jubileo en la Ley o en la Gracia  remotamente parecida a la que se está llevando en la Hermosa Provincia.

¿Qué es el Jubileo según el cristianismo verdadero?

No hay absolutamente nada en la Biblia que justifique en un “cristianismo restaurado” una celebración como la que plantean los miembros de LLDM. Analicemos lo siguiente:

Cuando Jesús vino, como ya expusimos, el pueblo judío había abandonado la celebración del Jubileo, pero él no restauró tal LEY ni increpó a los judíos por ello. Mucho menos pidió a los nuevos creyentes cumplirla.

¿Porqué?

El Señor Jesús se refirió al Jubileo, precisamente para expresar el contenido de su misión. En él vio una clave capaz de expresar simbólicamente la totalidad de ella: él había venido para proclamar el Año de Gracia, para instaurar el Jubileo definitivo y permanente: ¡el Reinado de Dios! El tiempo de salvación, el tiempo de la Gracia. (Lucas 4.19 como cumplimiento de Isaías 61:1-3)

Esa es la verdadera razón por la cual no hay vestigios ni bíblicos ni históricos de alguna celebración del Jubileo según la amplia visión del luzmundanismo.

Cualquier estudiante serio de la Biblia sabe que la Escritura hace un amplio uso de lo que se denomina como tipología, al fin de establecer una relación entre muchos eventos o personajes del Antiguo Testamento (tipo) con muchos de los futuros del Nuevo Testamento (anti-tipo). Lo cual es una herramienta de la teología Bíblica, que se basa en la progresión completa de la revelación de la verdad de Dios encontrada a través de todo el canon Bíblico.

Es así como encontramos que el Jubileo israelita es un TIPO del Jubileo Cristiano, el cual tendría su cumplimiento en Jesucristo y la nueva dispensación.

El Reino de Dios proclamado por Jesucristo, en efecto, es un Jubileo, un Año de Gracia hecho cotidianidad. Una celebración y perdón permanentes. El Jubileo del que habla Jesús, no es de un día, ni para un año, ni cada siete o cincuenta años, sino para ser vivido cada día.

Queda entonces clarísimo que de ninguna manera el Jubileo en tiempos de la Gracia significa festejar los cincuenta años de trabajo de ningún rey, profeta, apóstol o líder de la iglesia fabricando carteles, haciendo eventos artísticos, pintando cerros con o sin permiso de la ley o generar una amplia gama de artículos alusivos a ello para ser comercializados. Eso no es el Jubileo.

Vivir en estado de Jubileo (y lo sabe cualquier cristiano que lea su Biblia) es llevar el mundo al júbilo. Al júbilo de las las buenas nuevas de salvación, la salvación de Jesús que traducido es el que salva. Y de NINGUNA manera se trata de Juan, ni Pedro, ni Pablo. Es anunciar la redención del que dio su sangre para rescatarnos del poder del pecado, esto es, Jesucristo.

Luego entonces, los cristianos vivimos el año del jubileo, es decir, el tiempo de Salvación iniciado por el Hijo de Dios y que tendrá su fin cuando Él regrese por los que han creído en Su Palabra y han sido lavados en Su Sangre. Ese es el Jubileo.

Los cristianos hallamos en el jubileo, lo real y verdadero del jubileo mosaico:

• El perdón de nuestras deudas (Hechos 26:18)
• Recibimos nuestra herencia juntamente con Cristo (1a de Pedro 1:4)
• No hay rico ni pobre, ni amo ni esclavo (Gálatas 5:1)

Para vivirlo, sólo hay que creer en Él por fe, aceptar su Palabra, hacerse su discípulo, su seguidor. No hay que esperar a que se cumplan cincuenta años de nadie, ni que esté nadie para celebrarlo. El que lo inicia y que está presente hasta el fin de los días es el Cristo, nuestro único y suficiente Salvador.

Y no es necesario hacer letreros luminosos para celebrar esta dispensación de Gracia, ni grafitear cerros, ni elaborar canciones alusivas al cumpleaños de nadie.

La Gracia se vive en el corazón y la correspondencia a vivir una vida de luz con “corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”  (Hebreos 10:22). Ese es el resultado de recibir el perdón, símbolo indiscutible del Jubileo. Buenas Noticias para los pobres, libertad para los esclavos, alegría para los tristes, luz para los ciegos, tierra para los sin tierra.

Anunciar el Jubileo es anunciar a Cristo. Ese es el jubileo cristiano. El verdadero.

Por ello, la Biblia no registra celebraciones por los cincuenta años de ningún rey de Israel o Judá,  así como de ningún líder de la Iglesia, ni aúreo, ni plateado ni de ningún otro color. Pues queda claro que para ella, Cristo es el centro, el eje, el principio y el fin de todo. Y cualquier evento que estuviera fuera de eso, era considerado como sistemática idolatría, aspecto que de ninguna forma ningún apóstol en ningún momento, jamás hubiera permitido.

Lo que los voceros oficiales y pastores autorizados de La Luz del Mundo quieren justificar realmente con todo esto (una vez más), son los actos de adoración y gratitud que forman parte de toda la fuerza desplegada por los fieles, en escala internacional, para homenajear a su guía espiritual Samuel Joaquín, por los beneficios espirituales y materiales que, según su comprensión, han recibido de él durante los cincuenta años de su dirección.

Señora Pozos, espero no se ofenda, a nombre de el pueblo cristiano de México le solicito sea veraz en sus columnas, porque no nos ofende la fe que practica, sino el que considere que los lectores de cualquier diario ignoramos el conocimiento vivo de las Escrituras, presentando a los que no conocen el cristianismo una versión falaz y distorsionada de las doctrinas genuinas cristianas. Recuerde que el compromiso de nosotros los cristianos, no es con ningún hombre ni mujer sobre la faz de la tierra, sino con la Verdad, esa verdad que es Jesucristo y que si usted algún día recibe, con seguridad la hará libre de esa gran falacia que  lleva por nombre, La Luz del Mundo.