De la esclavitud a la libertad

El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra ni le faltará su pan. Isaias 51:14

Queridos Amigos

A los que hemos dejado esta senda por hallar la gracia de Cristo.

Hoy, cuando me preguntaron de que Iglesia soy, a que iglesia asisto, sentí tristeza y me dieron ganas de llorar. Pero no podía hacerlo. Mucha gente me acompañaba. A través de los cristales del autobús veía llover. El cielo lloraba por mí. Pensaba y agachaba mi cabeza y con los ojos apenas humedecidos le pedí a Dios fortaleza y sabiduría.

Se que muchos están como yo. Y a ellos quiero dedicarles estas palabras. También se que algunos no estarán de acuerdo conmigo, y es posible que tomen a mal mis palabras y algunos me dirijan algunas palabras obscenas por escribir. Pero necesito hacerlo. Quiero hacerlo y espero la ayuda de Dios para continuar.

Cuando decidimos abandonar la iglesia a la que pertenecimos por años, pareciera que es justo en esos momentos que lo estamos haciendo, que lo estamos decidiendo, pero no es así. Las razones que nos abren las puertas a la salida no son de apenas ahora. De alguna o de muchas formas, Dios desde hace tiempo ya ha estado trabajando con nosotros. De tal forma; que llegamos a este punto de la vida y decidimos no continuar más. Porque ya no nos es posible, porque hemos llegado a la conclusión de que no solo estamos equivocando el camino, sino que es muy posible que estemos ofendiendo a Dios con seguir de esa manera.

Pero no es ni será tarea fácil. Jamás nos imaginamos que fuéramos a vivir en carne propia aquellas narraciones del sufrimiento que padecían aquellos que se bautizaban dejando atrás sus antiguas religiones.

Nos dijeron tanto que no había salvación sin enviado, nos lo repitieron tanto todos los días, todos los años, cada instante en los templos, cada momento en los cantos, que sin percatarnos, cuando nos salimos, buscamos una iglesia semejante a la que dejamos. Pero con un Siervo de Dios perfecto, más esforzado. O de otra forma, nos negamos a buscar, porque inconscientemente seguimos creyendo que una religión o una congregación sin apóstoles vivientes, sin siervos de Dios, no puede ser verdaderamente cristiana.

También caemos en las frases “en todos lados es lo mismo, en todos lados hay suciedad y corrupción, ¿para que buscar? Mejor me quedo aquí así como estoy”. Algunos mejor decidieron continuar a pesar de saberlo todo, de entenderlo todo. Cuando los veo en el ministerio me pregunto… ¿cómo pueden hablar sabiendo la realidad?. Tantos días de adoctrinamiento, grabaron en nuestro subconsciente tantas frases hechas que muchas de las veces (en nosotros) estas son más poderosas que la Palabra de Dios. Nos dijeron tantas veces que NO seríamos felices, nos repitieron hasta el cansancio que seríamos “unos desgraciados” si nos retirábamos de la Iglesia, que al final, cuando hemos decidido salirnos de ella, terminamos creyéndolo. Y caímos en la desgracia de creer que es una desgracia (redundando) salir de una Iglesia como la que estamos dejando. Entonces, cuando asistimos a otras iglesias cristianas, la costumbre de años en LDM y la idea grabada por otros en nuestras almas de lo que era verdadero y lo que no, nos hacen difícil saborear lo cristiano expresado por otras congregaciones. Otras almas que adoran a Cristo en su entendimiento.

Como que sentimos que nos agrede la música instrumental, el que no se sienten separados. Sentimos ruidosos los cultos, queremos hincarnos para orar. Nos urge un velo, algunas bromas de los predicadores nos suenan a impiedad. Se nos hace herejía que una mujer predique, que sea pastora, que se pinte y profetice. Nos sabe a nada. Como aquellos que dejaron Egipto, extrañamos las comodidades de la esclavitud. Y muy en el fondo, algunos, no todos, quisieran regresar. No nos sentimos parte de ellos, como acá. Muy en nuestro interior hay mucho que se niega a renunciar, y hay mucho que inconcientemente nos negamos a desaparecer. Guardamos mucho de aquello que nos hacía especiales, que nos hacía únicos que nos daba razón de existir. Y resulta que ahora estamos entre los que mucho tiempo llamamos falsos. De alguna forma, a veces no lo decimos, pero nos pesa mucho reconocer que estábamos equivocados, no queremos confesarlo, no queremos que nos pregunten, no queremos aceptarnos. Y otros también de los que hemos salido, seguimos inconscientemente seguir teniendo ese sentido de superioridad que en lldm nos hacía tan ‘gigantes’, tan ‘especiales’. Lastre que nos impide buscar a Cristo donde quiera que esté.

Cuando hemos comprendido lo básico del cristianismo y lo aceptamos. Entonces es más fácil continuar el camino hacia Cristo.

Primero, debemos poner en claro nuestros sentimientos. Para que podamos cobijarnos al amparo de Jesús. Algunos, como ya lo sabemos, han salido de la iglesia porque sufrieron personalmente algunos ataques y abusos sexuales del apóstol o de sus ministros. Otros han dejado la iglesia por otro tipo de abusos cometidos por parte del cuerpo ministerial y han sido violentados en su fe. De todos ellos, nosotros entendemos sus razones.

También habemos entre los que hemos abandonado lldm, no precisamente porque hayamos comprobado lo que acabamos de mencionar (aunque lo sabemos), pero más bien lo que nos impulsa a dejar esta forma de doctrina es  que hemos conocido de verdad a Cristo a través de la hermosura de su palabra, de sus buenas nuevas de salvación y hemos entendido que la doctrina que se predica en los templos de lldm de ninguna forma puede llamarse revelada ni verdadera. Sobre todo hoy, cuando la Elección lo es todo, principio actualidad y fin de la Iglesia.

Unos y otros ya no estamos en las filas de lldm, pero todos queremos, creo, buscar de verdad a Cristo, y lo cierto es que a todos nos hace falta confiar en El, ampararnos en El y conseguir su paz y su bondad. No hay nada peor que quedarse a la deriva espiritual después de abandonar una religión fundamentalista y dogmática como lo es lldm. Pero ¿qué es lo que buscamos ahora? ¿hacia donde queremos dirigirnos?

Sea cual fuere el motivo, o motivos que nos hacen alejarnos de lldm, debemos entender una cosa; Dios no tiene culpa de lo que vivimos, Jesucristo NO nos ha fallado, ¡El nos ama y lo que ahora sucede no debe mas que dirigir nuestras vidas hacia  ÉL! Pero habemos algunos que tenemos serios resentimientos contra lldm, su líder, sus ministros o sus miembros.

Actuar como los líderes de lldm, buscar venganza, contestar en su tono, solo nos pone en el mismo nivel de aquello que dejamos y volvemos a hacer un ciclo. Solo cambiamos de lugar pero seguimos siendo los mismos. Pero ¿Para eso nos abrió Cristo los ojos? ¡De ninguna manera! sus planes para nosotros son en mucho excelsos y hermosos.

Dejemos todo aquello que no nos sirve. Digámosle adiós de verdad a lldm, busquemos a Dios con todo nuestro corazón, pongamos sobre El nuestras cargas. Algunos arrastramos cargas que pesan mucho, que nos lastiman las espaldas, que nos laceran nuestras manos, que nos dañaron el corazón. Todo ello sumado a la tristeza de saber que pasamos años en una religión que no era la verdad, la profunda decepción sufrida por un apóstol que no lo es, las injusticias, las cosas impronunciables de los ministros. Las ofrendas que dimos engañados, algunos confiados, otros forzados. La desilusión de una doctrina no perfecta. Todo eso, son cargas, son heridas, son dolores ¡son llagas! ¿Cuánto más pensamos seguir con esas cargas?

Y más. Necesitamos orar, necesitamos cantar, requerimos leer las Escrituras, oír de ellas, ¡tenemos hambre de Cristo, de su Palabra! Y todas esas lastras nos impiden acudir a donde se hable de Cristo sin las salpicadas de la Elección que desplazan en muchos casos a Jesucristo. Pero lesos lastres, son anclas que aún no levamos de la iglesia a donde asistíamos. Porque de nuevo, inconscientemente algunos, realmente no deseamos abandonar. Otros, como un gran amor, no podemos olvidar y otros más, privados de nuestros órganos sensibles, de nuestras glándulas gustativas cuando fuimos miembros de esta institución religiosa  somos ya incapaces de reconocer a Cristo si lo llegamos a ver en otra denominación, o congregación o como le llames.

¿Sabes qué amigo, amiga? Es hora de levar anclas.

¿Recuerdas aquellos que se convirtieron a Cristo y practicaban la magia? ¡Trajeron sus libros y los quemaron delante de todos, y valían cincuenta mil ciclos de plata! lo dejaron todo y nacieron de nuevo convertidos en nuevas criaturas (Hechos 19:19). El mismo apóstol Pablo reconoció que por la excelencia del conocimiento en Cristo Jesús, muchas cosas las tenía como pérdida y que eso perdido lo tenía por basura para ganar a Cristo. (Filipenses 3:8 )

Quema los recuerdos que te hacen daño en una pira, tira a la basura todo aquello que no sirve, guarda lo bueno en tu corazón como María, aquello que no está reñido con la sana doctrina. Porque no podemos negar que muchas cosas que aprendimos en lldm son buenas. Claro que no son privativas de ella. Como la oración, el Espíritu Santo, el canto y  muchos hermosos himnos que alaban a Cristo, (herencia pentecostés). El himnario está lleno de himnos que por cierto NO son de lldm. Himnos compuestos por otras iglesias evangélicas y que durante años han sido piezas clásicas en lldm. El que lldm las use no las hace anatema. Todo aquello que alabe a Dios y le de la gloria debe ser bienvenido en nuestros corazones.

¡Dejemos de sufrir! (no es un comercial para la Iglesia Universal) Muchas veces ese coraje que sentimos tiene razón de ser. Porque muchos sufrimos vejaciones por parte de ministros y miembros de la iglesia. Y vaya que cuesta olvidarlo. Una de las cosas que nunca aprendimos en lldm, porque nunca se enseña como se debiera, es el perdón. En lldm hay formas, maneras de justificar el odio. Nunca nos amamos de verdad, solo amábamos al apóstol, eso es todo lo que hacíamos, pero allá dentro, nos comíamos, nos criticábamos, nos heríamos y cada año con la tradicional reconciliación y la “oración del justo”, volvíamos en amistad. (Aunque al año siguiente fuera lo mismo). Y para los apostatas, siempre se podrán justificar las palabras obscenas, las groserías, lo bajo, lo ruin. Y ahora, que estamos de este lado; obvio, no hay palabras lo suficientemente soeces para que los miembros de lldm nos describan. No tienen culpa, como no la tuvimos nosotros cuando fuimos miembros. Creíamos que estábamos bien. Ni modo. Que Dios los perdone como nos perdonó a nosotros lo que hicimos. No sabíamos lo que hacíamos. Como tampoco ellos saben lo que hacen.

En lldm nos unía la llamada Elección, el nacionalismo religioso, la liturgia, lo “bonito” de las oraciones. La doctrina siempre ha sido expuesta al gusto del ministro. Hay tantas versiones de algunas, que si lográramos exponerlas, desde los ministros hasta los miembros pasando por el apóstol, jamás saldríamos de acuerdo. Pero ese no es el tema. Realmente nunca estuvimos unidos. Tantos bandos, criterios, facciones, administraciones, vieja y nueva guardia.

Ahora que dejamos lldm, nuestras diferencias se acentúan y es difícil que nos pongamos de acuerdo en muchas cosas. Ahora todos tenemos opción de escoger para donde ir. Pero Cristo sigue siendo Cristo. Y hay cosas de sus buenas nuevas que nunca se prestarán a interpretaciones personales. Como lo es su amor y el amor que debemos tenernos entre nosotros.

Por eso querido hermano. Has dado un paso hacia Cristo. Es hora de dar más, y más y más. Hasta que lleguemos a la plenitud del conocimiento. Hoy somos más responsables que ayer. Ya no tenemos un ADD que nos “perdone” los pecados a cada rato. (de hecho nunca lo tuvimos) Pero mientras hallamos un lugar donde podamos alabar a nuestro Señor y orarle congregados con otros cristianos. Ten por seguro que Cristo está con nosotros y es nuestro guía; que El está pendiente en todo cuanto le pedimos y que es seguro abogado para con el Padre.

Otras cosas que en lldm no aprendimos fueron a leer la Biblia continuamente. Antes más que ahora, se nos pedía que la leyéramos. Pero cuando el apóstol se transformó en Biblia, cuando ya él podía cambiarla toda si lo deseara, (según la doctrina de la Elección) entonces ya solo usamos la Biblia los domingos, para leer textos repetidos innumerables veces. ¡Lee la Biblia! Lo más que puedas, sabes leerla, lee por temas, la vida de Cristo, sus palabras, sus maravillas. Lee sobre la Iglesia, sus primeros días, sus obras, los apóstoles primeros, ¡los verdaderos apóstoles! Revisa sus cartas, ¡esas son cartas apostólicas! Llenas de sabiduría certera y celestial. Nutre tu alma en los salmos, en los proverbios, escucha de nuevo esos milagros que hizo Dios a Israel. Mas siempre cuando leas, pídele a Dios que ÉL te hable por medio de ella, dile lo que necesitas y verás que si tienes fe, El te responderá. Pero sobre todo ora por ti, por tu familia, ora porque Dios nos de luz para escoger el camino, para ir con El. Ora porque quite de ti el Señor todas esas cargas y que nos de la voluntad para echarlas sobre Él. Ora porque quite todo rencor de nuestros corazones y raíces amargas que nos sigan atando a lldm. Ora porque puedas aguantar valerosamente que nuestros padres nos hayan declarado muertos por cambiar de fe, por no creer en el enviado. Ora  porque nuestras familias poco a poco vayan recibiendo a Cristo en su corazón y porque nuestro Dios nos de paciencia para esperar hasta que EL mismo haga la obra dentro de cada uno de ellos. Oremos mucho porque podamos aguantar que nuestros amigos nos abandonen y algunos nos ofendan; pero si Cristo oye nuestras oraciones, sabemos que nos hará valientes, nos dará fe, templanza y dominio para soportar lo que venga.

Muchos miembros de lldm se burlarán. Ora por todos los que se quedan y porque Dios haga su voluntad en todos, como lo desee. Y tu oración secreta será recompensada en público, créelo, porque es cierto.

Ya parece que los oímos, con palabras bajas y soeces, y algunos quizá también con sinceridad y buenas intenciones. Les daremos lástima y se condolerán por nosotros. No les demos lástima. Pero no por orgullo. No les demos lástima porque no estamos a la deriva. Cristo sigue con nosotros ¡hoy más que nunca!. Aunque digan: “ustedes no tienen salvación, ustedes no creen en el SDD, están malditos, etc. etc.” ¡Que importa! Si tú sabes, si tú sientes la presencia de Cristo en tu corazón, que importa lo que pueden decir mil o diez mil. Si Dios dice claramente, “caerán mil y diez mil a tu diestra”. ¿Qué puede hacerte un ejército de habladurías? Si dice Su Palabra “aunque un ejército acampe contra mi… no temerá mi corazón, aunque contra mi se levante guerra YO ESTARÉ CONFIADO” (salmo 23:7).

Dios no nos sacó de lldm para dar lástimas ni para andar a la deriva. Dios nos sacó para darle gloria, para ser luz en las tinieblas, para ser el camino de otros mas que aún están dentro, pero que aún siguen presos de esa cárcel espiritual que algunos llamamos mucho tiempo, ‘obra perfecta’ o mas claro: Elección.

Todo lo malo que viviste, tíralo a la basura, deséchalo, mándalo al fondo del mar. Olvida. Nadie guarda en su cocina nada putrefacto. Lo bueno, retenlo, practícalo. Siempre agradezcamos a quienes nos dieron buenos consejos, aunque ahora aquellos que nos los dieron no quieran ni oírnos nombrar. ¡No importa! Lo importante es lo que somos o lo que queremos ser.

Ojalá que Dios NO permita, que caigamos en la razón de que ya no vale la pena creer y de esa forma nos abandonemos a la amargura ó al pecado. Que no caigamos en la razón de que fuimos engañados y que Dios tuvo culpa en ello. ¡No¡ ¡De ninguna manera! Siempre tuvimos su Palabra, ella siempre nos habló de muchas formas, y nosotros siempre tuvimos nuestras dudas. Porque su Palabra siempre fue clara y concisa; pero nosotros queríamos seguir creyendo porque muchas y variadas razones. Al contrario. Gracias a Dios por la paciencia que nos tuvo hasta el día de hoy.

Y no te preocupes por el día de mañana. Deja a Dios hacer su trabajo. Permítele controlar tu vida. ¡Abandónate a sus manos! Tú no tienes las fuerzas para vencer, El es que las tiene. Tú no sabes nada, la sabiduría de ÉL proviene y lo sabe todo, a Él le pertenece. Dejemos que Él solucione nuestros problemas. Confiemos en Él. Recuerda, “el amado de Jehová habitará confiado cerca de Él” Deuteronomio (33:12) El es el soberano, deja que el mismo Dios peleé tus guerras. Así, siempre saldrás vencedor.

Pero… si crees que no puedes vivir en Cristo fuera de lldm. Si crees que puedes serle grato a Dios quitándole a ratos la gloria que solo a Él le pertenece. Si sigues creyendo que no hay otra iglesia como lldm y en la “perfección” de su doctrina; si sientes que puedes decir amén a unas cosas y a otras no y que esa forma de adorar es agradable a Dios. Si sigues buscando razones para regresar y justificaciones para quedarte. Y si la histeria colectiva, los miles de fieles, sentir bonito y los templos enormes te siguen dando la sensación de que eso autentifica y confirma un apostolado, creo, sinceramente, que debes regresar. Aún no tienes plena conciencia de lo que significa Jesucristo, ni de su amor ni de su sacrificio. Tampoco del Dios Vivo, ni de su divino celo, ni de su gloria. Es posible, que regresando, seas juzgado algún día, como aquellos que serán juzgados por su conciencia y no por el conocimiento perfecto que viene de arriba y por la elección que hicieron para servir a Dios en sus vidas. Pero siempre será eso; solo una posibilidad. Un riesgo.

Y los que ya estamos fuera extendamos nuestras estacas. Es hora de servir a Dios con nuestras vidas. De compartir a Cristo a nuestras familias Y A NUESTROS AMIGOS. De ser instrumentos de Dios para anunciar sus bondades, su AUTENTICA luz admirable. Esbocemos una amplia sonrisa. Devolvamos mal con bien. Celebremos porque Dios se acordó de nosotros, nos libró de nuestras prisiones. Nos hizo libres. ¡Somos libres! No importa que pase mañana, estamos en Sus Manos. El nos alimentará y cuidará de nosotros.

¡Aleluya!