Corea del Norte y La Luz del Mundo

Por: Alberto Madariaga

A los que no estén muy adentrados en cuestiones de geopolítica quizá pueda sonar fuera de contexto lo que escribo hoy: ¿No les parece que hay mucha similitud entre Corea del Norte y la luz del mundo?

Si observamos a aquella dinastía comunista, muy bien podríamos encontrar varias similitudes, donde Eusebio Joaquín alias Aarón perfectamente encarnaria a Kim Il Sung, ese faraón rojo que aún después de muerto sigue siendo el presidente de Corea del Norte, y quien (como Eusebio) instituyó en su pueblo el enfermizo culto a su personalidad.

Kim Il Sung fue el edificador del comunismo en Corea del Norte del mismo modo en que Eusebio fue el edificador del luzmundismo. Ambos eran tipos sin mayor formación académica y con una grande ansia de poder, donde el hedonismo jugó un papel muy importante en sus acciones.

Cuando Kim Il Sung murió, su pueblo entero se sumió en el llanto y la desesperación, lo mismo que con Eusebio (y después con Samuel). Además, en Corea del Norte todas (y no vacilo cuando digo que todas) las familias tienen el retrato de Kim Il Sung en sus casas, así como llevan en la ropa un distintivo con su rostro. Se sabe que en un comienzo todas las familias en la Hermosa Provincia tenían el retrato de Eusebio Joaquín.

Otro rasgo que los acerca es el hecho de que sus cumpleaños eran celebrados de manera pomposa y cuando sus subditos los veían, entraban casi en trance.

Al morir Kim Il Sung heredó a su hijo Kim Jong Il la dirección del país, lo mismo que Eusebio alias Aarón heredó a su hijo Samuel  la dirección de la iglesia.

El heredero

La figura de Kim Jong Il -el heredero de Kim Il Sung- encarna sin duda en el desaparecido Samuel Joaquín alias “El ángel de Apocalipsisi 10”. Son como dos gotas de agua: ambos criados como pequeños príncipes, megalómanos y narcisistas, eso sin mencionar también su pésimo gusto a la hora de vestir y con un constante delirio de persecución: Kim Jong Il por parte de los Estados Unidos y Samuel por parte de la Iglesia Católica. En los discursos de ambos, el fanatismo y la ignorancia fueron las piedras angulares con las que se justificó su despotismo y su arrogancia.

Si con Kim Il Sung el culto a la personalidad se instituyó, con Kim Jong Il se deificó, lo mismo que con Samuel, dotando esto al líder en cuestión de habilidades francamente ilusorias. Como es la creencia de que Kim Jong Il nació caminando o que se formaron en el cielo 2 arcoiris a la hora de su alumbramiento en el caso del coreano, o que nació muerto y su papá Eusebio lo resucitó en el caso del tapatio. Todo lo cual sus respectivos seguidores creen y aceptan sin chistar.

Por ejemplo: de Kim Jong Il se dice en Corea del Norte que escribió en el transcurso de su vida, una cantidad estratosférica de casi 10,000 obras, abarcando temas tan diversos y opuestos como lo son técnicas de riego y cultivo para el arroz, hasta consejos de cómo dar a luz.

Samuel por su parte no sé si haya escrito libros, es más, no queda muy claro si alguna vez se haya tomado la molestia de leer uno, pero alguna vez me comentaba un feligrés sajofita que “había escrito a la iglesia muchísimas más cartas que San Pablo”. Huelga decir que el folclore fantasioso de Samuel lo llevó a declarar que él era el Ángel del librito descrito en Apocalipsis 10.

Cuando la gente miraba a Kim Jong Il se ponía a llorar; cuando miraban a Samuel sucedía lo mismo y con un plus: “la gente sentía bonito”. A ambos los colmaron de títulos pomposos y de adulaciones ridículas: “el amado líder” para Kim y “el hombre más hermoso de la creación” para Samuel.

Y sí: cuando ambos murieron la histeria colectiva se hizo presente en sus respectivos funerales (aunque no es lo mismo que te llore toda una nación a que te llore solo una pequeña colonia).

Otro parecido entre Kim Jong Il y Samuel Joaquín es el hecho de su enorme debilidad por las jovencitas. Aunque cabe señalar que el dictador norcoreano sentía predilección por rusas y ucranianas.

La nueva era

Para finalizar, sólo me resta señalar que entre Kim Jong Un y Naasón el parecido incluso se traslada al plano físico. Los dos son unos junior que saben de padecimientos y miserias lo mismo que yo de astrofísica. Los dos heredaron el puesto que poseen y a la luz de la razón, son un par de chiflados sin el más elemental sentido de la honestidad y el refinamiento intelectual.

En ambos casos (Corea y LLDM) se presentan graves fisuras en sus sociedades, pero todas estas amparadas en factores divergentes y de orden arraigado: las conciencias ciegas y vaciadas por parte de sus seguidores, la negación, el aislacionismo (en el caso de Corea del Norte es un aislacionismo incluso geográfico), de cualquier faro que arroje luz sobre las conciencias lavadas y manipuladas por varias décadas de discursos lascivos, tendenciosos y llenos de mentiras, o bien, de verdades moldeadas.

La única diferencia es que en La Luz del Mundo el pensar diferente al líder sólo conlleva a una excomunión (que no es poca cosa para la persona que nació y creció ahí), mientras que en Corea del Norte el pensar distinto es un pasaporte a la muerte.

En la Luz del Mundo ser un disidente orilla al mismo a ser tachado de apóstata y a que sus viejas amistades o familiares dejen de hablarle. En Corea ser un disidente no sólo puede llevarte a la tumba, sino también llevaría a la tumba a tus familiares y vecinos, ya que el régimen cree en la responsabilidad colectiva y antiguamente creía en el crimen hereditario.

En cualquier caso, la intolerancia y el fanatismo son los ingredientes que han permitido que tanto el enfermo comunismo norcoreano como la torcida versión del cristianismo luzmundiano, sigan a día de hoy presentes en este mundo.

Por cierto, olvidaba mencionar los calificativos peyorativos y deshumanizantes que en ambos casos se dan a todo aquel que no piensa igual, pero tal tema nos llevaría otro artículo completo. Para la próxima será.